jueves, 18 de septiembre de 2008

Diario de Viaje 3: Azerbaiján




DIA 9: “Petró-leo y Petro-glifos”. Yevlax - BAKU - GOBUSTAN - BILASUVAR. 550 Kms.
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Después de una hora más en vela me vestí, recogí mis cosas, desperté al abuelo para que me abriera la puerta porque estaba atrancada interiormente, me despedí de él y me fui de aquel lugar todavía en penumbra.

Más que marcharme creo que huí, porque muchas horas y kilómetros después me di cuenta de que me había dejado olvidada en la casa mi súper toalla de microfibra y mi camiseta preferida para ir en moto. ¡¡Mecagoentodoloquesemenea!! Decididamente Azerbaiján no me sienta bien ....

Aquí una foto en Yevlax.


Amanece que no es poco...



Debido a los consejos de los taxistas modifiqué mi ruta de aproximación hacia Bakú, combinando dos carreteras diferentes para evitar un tramo en obras salvajes. El resultado fue más rápido, ya que hay una especie de autovía, pero en cambio el paisaje fue más feo y monótono pues la mayoría de carreteras principales de Azerbaiján huyen de las montañas del Norte y del Sur.



Intentando no caer en más radares conseguí llegar hasta el Mar Caspio, momento que captan estas fotos.






Inevitablemente en el Mar Caspio proliferan las plataformas petrolíferas y de gas, y los gaseoductos y oleoductos que están por todas partes.




Un rato más y llego hasta Bakú, la capital de Azerbaiján.



Hay que decir que Bakú como ciudad está bastante bien y no tiene nada que ver con el resto del país que es claramente mucho más deficitario. Era domingo y eso le restó algo de vida a la ciudad, pero al visitar su centro histórico y después la zona del mausoleo pude observar que es una ciudad más preparada para el turismo, y con un lavado de cara fruto de su intento fallido de candidatura para conseguir las olimpiadas por las que está pujando también Madrid. Incluso pude llegar a encontrar un par de chicos que hablaban inglés en la zona más turística.

La atracción característica de Bakú es la Maiden Tower (Gyz Galassy) es decir la torre de la doncella que está al entrar a la ciudad vieja desde la fachada litoral.











También dentro del Icheri Sheher (ciudad amurallada y Patrimonio Universal de la Unesco), se encuentra el Bazaar y las tiendas de alfombras. El mismo museo de las alfombras se halla en el antiguo Hammam.



Djuma mosque (“mezquita del viernes”)





Karvansarayi (posadas para las caravanas de camellos en su día).





Complejo del Palacio de Shirvansha (Shirvanshahlar Sarayi Kompleksi).





Murallas de Bakú



Monumento a Sabir en la puerta Murat.



La Fuente Blanca o fuente espumosa.



En la parte alta de la ciudad, al lado del Parlamento, se encuentra el memorial a los mártires (Martyrs Lane (Shahidlar Hiyabany)), tanto de la guerra con Armenia, como de los civiles aplastados por los tanques rusos en 1990. Incluso hay un lugar conmemorativo para los soldados turcos y otro para los británicos fallecidos en la guerra con los rusos a principios del Siglo XX.

Mezquita Deniyet Camii en el Martyr Lane





Monumento soviético al General Aslamov.



Eternal flame en recuerdo a los mártires.





Desde Bakú se accede a la denominada península de Abselon hacia donde me dirigí buscando un presunto camping en una playa del Mar Caspio que había encontrado por internet.

De camino encontré bombas petrolíferas de extracción, campos enteros de ellas. Una de las películas de James Bond creo recordar que empieza justo en una zona de éstas bombas azeríes.





Encontré la playa y encontré el sitio pero resulta que de camping no tenía nada, era sólo el reclamo falso de un hotel lujoso y aunque no era muy caro yo no quise tragar con el engaño, o sea que sin nada claro me dirigí por mi cuenta a la playita a darme un chapuzón en el Mar Caspio.



Después del baño decidí ir tirando hacia el Sur, dirección Irán.

No muy lejos está la zona de Gobustán una reserva natural protegida por la Unesco de petroglifos prehistóricos. Un poco de cultura nunca viene mal, ¿no?

Es espectacular pensar que estos petroglifos valiosísimos no están en un museo como pasaría en Europa, sino que están allí en las piedras, en pleno campo a la intemperie sin protección ninguna y que la mayoría se pueden tocar hasta con la mano. Yo era el único visitante y hubiera podido arrancar un petroglifo entero y nadie lo hubiera notado.



Grupo de baile conocido como “Yalla”



El rojo lo he editado yo artificialmente para que se vea bien la figura.



¿La sardana azerbaijana?





El recorrido está más o menos indicado, y para que no te salgas de él te amenazan con la existencia de serpientes (¡como si se estuvieran quietas y no pudieran acercarse a los petroglifos!)








Más al Sur Gobustán es también una zona volcánica pero no encontré ningún cartel de nada interesante que ver, y aunque pregunté e investigué algunos caminillos no vi tampoco ningún géiser ni nada parecido que valiera la pena.

Cuando se hizo de noche fui incapaz de encontrar ningún hotel a pie de carretera o en los pueblos que iba pasando (no lo busqué con ahínco), y ya de noche cerrada, cerca de Bilasuvar me paré en una gasolinera de AZPetrol que son muy organizados y “oficiales”. En éstas gasolineras además de los chicos hay un encargado y un supervisor, o sea que entablé fácilmente conversación. Me invitaron a Chai (té) y al final no me costó que me dieran permiso para montar la tienda al lado de la gasolinera a pesar de los claros problemas de comunicación que teníamos. Mentí y les dije que ya había comido para evitarles molestias y en una mesa de tertulia muda nos sentamos unos 5 especímenes creo. Ellos no podían entender como había llegado allí desde España, y el supervisor (más viejo y que tenía más luces que los otros) no podía entender como me las arreglaba con el tema del dinero viajando solo por el mundo. Éste tema cuando te lo preguntan es espinoso para tu seguridad y no hay que decirle a nadie que llevas un fajo de billetes escondido en las ingles, o sea que la respuesta acertada es que te arreglas con la tarjeta de crédito en los bancos y con “money transfers”

Más tarde “Johny”, es decir yo tal y como ellos me llamaban, plantó la tienda al lado de la moto ante la mirada atenta de unas 4 o 5 personas, y dormí luego dentro como un bebé después que ellos se comprometieran a vigilar toda la noche por mi seguridad.



Los "encargados"



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DIA 10: “¡¡He llegado a Persia!!”. Bilasuvar - JALILABAD - LENKORAN - ASTARA (IRAN) - RASHT - RAMSAR . 350 kms.



Pasé de buena mañana por Jalilabad donde tienen una especie de parque de atracciones con una gran noria, pero los bancos que yo andaba buscando estaban todavía cerrados.

Antes de llegar a la frontera tenía que cambiar la moneda que todavía me quedaba de Azerbaiján, ya que al pasar las dos noches de gratis el gasto fue inferior al que yo había previsto. Esto de calcular cuanta moneda necesitas siempre es un poco complicado para no pasarte pero tener siempre suficiente, pues no es fácil encontrar bancos que cambien moneda en estos países.

Me metí en Lenkorán en pleno mercado callejero, con atascos de coches todos pitando a cada momento como es lo habitual en estas latitudes. Allí sí encontré un banco aunque todavía tuve que esperar a que abrieran, cosa que hice gustoso explorando el mercado callejero local.


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Cada mañana en ésta ferretería se entretienen en exponer sus herramientas una a una en las escaleras de acceso.







Unos kilómetros antes de la frontera con Irán me paré en un margen a ponerme la ropa de paisano (en las fronteras las largas esperas, las colas al sol y los trámites no son nada cómodos con la ropa de moto). Un abuelo payés que me observa me dice que vaya y me regala unos nísperos que él mismo arranca de un árbol. Luego apartamos a sus vacas y me busca unos tomates (allí también se llaman pomodoros como en Italia), y luego unos pimientos. Con la bolsa de sobre-depósito ya llena me dice que le siga que al otro lado de la carretera tiene su casa. Me busca más nísperos, me presenta a su hija y a su nieto y me dice que me invita a desayunar y que si quiero ducharme. ¡Encantado, que llevo dos días sin ducha y todavía con la sal pegada al cuerpo del Mar Caspio! El hombre tiene un cuarto de ducha enorme, realmente un hammam en pleno patio. Ya limpito y aseado entro en la casa, muy lujosa para el standard del país, y me siento a la mesa de la cocina con el abuelo. Luego se acerca el nieto con sus libros de geografía a quien enseño en el mapa donde está “mi casa”, sólo me faltaba el dedo luminoso para clavar a E.T.... La hija de mediana edad nos prepara una especie de tortilla de patatas, yogurt, queso y otras cosas. El abuelo resulta ser ex-militar, concretamente marino, lo cual adivino por sus tatuajes. Se ve que le ha quedado una buena paga ... Todo lo que comemos, incluso la leche y excepto el pan, me cuenta que se lo hace él en sus tierras. Lo que parecía inicialmente un pobre payés resulta que es un rico y hospitalario propietario.

Te voy a buscar 5 "pomodoros".



Desayunando una tortilla de patatas en casa de unos amables desconocidos.



Avituallamiento inesperado



Me despido agradecido y reconciliado así por la generosidad de sus gentes con el país que tan mal me recibió al principio. Acabo de llegar hasta la frontera azerí donde me temía otro cuchitril inmundo, pero a pesar de los agujeros enormes en el asfalto y los grandes charcos, en realidad era una frontera mucho mejor organizada que el “Red Bridge” y con algún oficial que hablaba inglés por fin.

Salgo sin problemas de Azerbaiján y entro en la frontera Iraní para meterme en uno de los países declarados parte del “Eje del Mal” por la administración americana... Al llegar a la misma frontera de pronto se hizo la luz, había vuelto de nuevo a la civilización tal y como la conocemos: edificios señalizados, gente que me habla en inglés, ventanillas de despacho administrativo con varios gestores con sus carteras llenas de papeles, que me ceden su turno y me indican a dónde dirigirme en inglés al ver que soy extranjero. Funcionarios que me tratan amablemente, me piden y gestionan el Carnet de Passage, lo rellenan, lo fotocopian y me indican, incluso saliendo del edificio, dónde tengo que ir luego. A pesar de ello esa frontera está llena de camiones aparcados y es difícil ver hacia dónde hay que seguir, y las instalaciones son enormes. Uno de los gestores administrativos que hablaba inglés se ofrece enseguida muy amable a subirse en la moto y llevarme hasta la salida. Y así lo hacemos, y incluso vamos más allá y nos metemos en el centro de Astara, la ciudad fronteriza. ¡¡Me gusta Irán!!

A diferencia de los tres países del Cáucaso que acababa de visitar, esta ciudad iraní está abarrotada de comercios, de luces de neón, de gente, de coches y de motos, ¡cientos de ellas! Me siento genial con tantas motos por todos lados, y todos saludándome. Al ver todos los carteles en Farsi (la lengua iraní, más antigua que el árabe) le digo al chico a ver si sabe dónde cambiar moneda, y el chico que me lleva a una oficina de exchange, y luego le digo a ver si conoce un ciber-café, y el chico que me lleva también, aunque luego me pide una pequeña propina. Le di creo unos 2 dólares que se había bien ganado.

La moneda en Irán es el Rial Iraní, pero muchos precios están en Tumanes (riales divididos por diez), ya que es mucho más práctico que andar todo el día con miles y millones de riales. Pero claro, ello es un lío tremendo ya que a cada precio que te dan no sabes si es de una manera o de otra, y si las cosas son muy baratas, o bien son realmente tiradas de precio. Y lo primero a destacar es que al cambiar moneda me dieron dos fajos enormes de billetes que eran materialmente imposible de esconder en la riñonera de mis ingles. ¡Que barbaridad de billetes! En algunas ciudades hay un Bank Melli (Banco Nacional) que ofrece el servicio de exchange, pero sólo en una de las sucursales de Bank Melli (que suele haber varias), en el resto de ciudades hay que buscar una oficina independiente.

Había conseguido llegar desde mi casa hasta Irán todo por carretera, lucía un sol espléndido, tenía millones de riales en el bolsillo, tenía el depósito de la moto lleno y todo un enorme país por descubrir delante de mi, recuerdo que en esos momentos estaba realmente eufórico...

Al llegar al primer cruce de carreteras pude comprobar que la principal dificultad en Irán iba a ser descifrar correctamente los carteles escritos en caracteres islámicos. En honor a la verdad hay que decir que hay bastantes carteles bilingües, y entre eso y el GPS que seguía funcionando, ésta tarea se hace mucho más llevadera. Ello no obstante, por la Ley de Murphy ocurre siempre que en las situaciones más apuradas en que más necesitas una dirección o más perdido estás, entonces no encuentras un cartel en cristiano ni de casualidad, y preguntarle a un autóctono es poco menos que una aventura ya en si mismo...



En la embajada de Madrid me habían hablado muy bien de la zona Norte más turística que recorre el Mar Caspio, o sea que preferí dirigirme hacia allí en vez de coger la autopista que me hubiera llevado a Teherán directamente. Pasé por Rasht todavía haciéndome al país.



El clima del Norte es claramente más húmedo, y llegando a Rud Sar me pilló un pequeño aguacero. Las ciudades que encontré en la costa no tenían nada de turísticas tal y como nosotros imaginamos ese concepto, ni paseos marítimos, ni hoteles, ni restaurantes, al menos nada que yo pudiera leer (resulta que se usa otra palabra diferente para decir hotel y encima está escrito en farsi ...).

Cuando ya anochecía, a la altura de Ramsar logré encontrar un hotel muy lujoso (Caspian Hotel) y con parking interior donde creía que me iban a crujir la cartera. Me pedían 400.000 riales (acongoja sólo de leerlo), pero es que era un apartamento-suite con tres camas, dos sofás, la tele, la cocina, varias mesas ... un auténtico lujazo para mi que llevaba dos días durmiendo, uno en un jergón asqueroso y otro en el suelo duro de la tienda. Negocié y lo dejamos a 300.000 riales, que al cambio vienen a ser 21 leros, caro para Irán pero aceptable (en el límite del presupuesto admisible durante el viaje), y más aceptable aún cuando de madrugada empezó a llover con ganas, y todavía seguía así bastante entrada la mañana. ¡Me llega a pillar en la tienda y lo paso mal para dormir y para desmontar bajo la lluvia!

Aproveché tanto espacio y medios para hacer una colada. La moto durmió en el parking.

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