martes, 16 de septiembre de 2008

Diario de Viaje 5: Irán II




DIA 14: “A 46 grados se funden las ideas”. Persépolis - SHIRAZ - BUSEHR - BORAZJAN. 500 Kms.



Llegué a Shiraz por su puerta antigua (Darvazeh Ghoran) o puerta del Corán.



Me dirigí a los Jardines Eram (Bagh e Eram), es decir los Jardines del Paraíso.

Plaza Eram.



Eram Gardens.



Recuerdo que una vez dentro pensé que se trataba simplemente de un jardín botánico, con algunos arbustos, algunas flores, unas fuentes y unos jardines agradables donde una pandilla de octogenarios hacía gimnasia a las órdenes de la monitora. Pero me di cuenta que para un iraní acostumbrado a la aridez y sequedad del desierto un jardín botánico era realmente un paraíso, como un parque temático, sombra, plantas, agua y flores





El Palacio probablemente incluyera en su día una especie de harén, ya que me sorprendió ver en la fachada del edificio unos mosaicos de figuras humanas, princesas bañándose o algo parecido. Ello se debe a que a pesar de que en el Islam se interpreta la prohibición de la representación figurativa como ya he dicho, fuera de los lugares sagrados ya en el ámbito privado (como era éste Palacio) en algunas épocas sí que se toleraba (dinastía Omeyas por ejemplo). Prueba de ello son las figuras del Patio de los Leones, en la Alambra de Granada.



Al rato me dirigí a las murallas de Shiraz. (ciudadela de Karim Khan Zand)

Torre en Shohada Square



Detalle de la trabajada decoración.



Me sorprendió que las calles estaban bastante vacías y los comercios cerrados hasta que caí en la cuenta que era viernes, día de descanso islámico, con lo que no fui capaz de encontrar un ciber-café. Preguntando por ahí me paro delante de un comercio/fábrica de tiendas de campaña, y el dueño súper excitado me dice que él tiene internet y casi me descabalga de la moto para que entre padentro. Taza de chai que te crío y me deja el PC de la tienda mientras el hombre me cose a preguntas y me cuenta que su hijo estudia en una universidad de Inglaterra. Pero como el internet aquel iba a pedales y no avanzaba ni a la de tres, me dice que conoce un ciber, se me monta detrás de la moto (recordemos que no llevo asiento trasero y puse el top case adelantado para que quepan los neumáticos, o sea que cuando subió quedamos los dos pegados como piojos en costura), y me indica por donde ir. El notas me hace dar una vuelta turística por delante de toda su familia a la que saluda en marcha con grandes gritos (al lado de mi oreja) que oye todo del barrio, hermanos, sobrinos, tíos, hijos, cada uno tenía su propio comercio de confección de tiendas de campaña, y todos en el mismo barrio en competencia directa.

Esto es absolutamente normal en todos los países islámicos. El comercio se sigue practicando como se hacía aquí en la edad media. En nuestras ciudades hay muchas calles con el nombre de “tejedores”, “curtidores”, “caldereros”, “herreros”, etc.”, lógicamente porque en aquella calle se concentraban todos los artesanos o comerciantes del mismo tipo. Pues en estos países siguen haciendo lo mismo. Si quieres comprar una maleta, te vas a la calle de las maletas y encontrarás cuarenta comercios dedicados a ello, todos iguales. Si quieres una ferretería, a la calle de las ferreterías. Todo funciona igual excepto tal vez la alimentación y los puestos de helados y de bebidas. Desde luego es una manera de fomentar la competencia y la lucha de precios en beneficio del consumidor, pero a cambio es un engorro tenerte que dirigir a cada barrio para buscar cada cosa que necesitas. Se nota que el valor del tiempo no es el mismo que en Occidente ....
Igual pasa por ejemplo en Turquía con los talleres de reparación (Oto Servis) que se acumulan todos en las afueras de la ciudad como más adelante contaré.

Seguimos dando vueltas con la moto y todos los cibers que encontramos están cerrados, y el hombre venga llamar por teléfono a todo el mundo. Al final me lleva, creo yo, a su casa, aunque una vez dentro resulta que no es su casa sino la de un vecino que tiene conexión ADSL. Total que el vecino, la mujer, los dos hijos y el notas, todos mirándome y chafardeando mientras me enchufo al correo electrónico.

El hijo mayor universitario me dice que le de una vuelta y así lo hacemos. Baja luego de la moto con una sonrisa de oreja a oreja. Al rato el hombre me lleva entonces sí a su casa, muy lujosa (con criado y todo que andaba pasando el aspirador), y me presenta a su mujer y nos tomamos algo. Intento no parecer ansioso por irme, pero es que total para escribir dos tristes emilios he perdido casi dos horas ...

Al hilo de esto os diré que cuando os presenten a una mujer iraní y en Irán no le alarguéis la mano porque no os la va a coger y la situación es un poco violenta. Simplemente se la saluda por lo visto, sin ningún contacto. Comprobado en persona.

Me planto en el Mausoleo del poeta Hafez (Hafezieh), uno de los más visitados del país, en los Musalla Gardens.



Plaza en Shiraz



Visito el Mausoleo de Shah e Cheragh, importante centro de peregrinación chiíta.



A su lado está el bazaar.



Mausoleo desde el interior.



Patio de las abluciones.



Vista de la cúpula.



Impresionante decoración.





Estado habitual de mí moto cada vez que volvía a por ella… Apártalos lo justo, contesta las preguntas como puedas, abre la maleta, ponte los guantes y el casco y arranca, todo ello con 50 ojos escudriñándote. Un poco agobiante en algunas ocasiones.



Y ya sin más trámite me dirijo hacia Busehr, es decir hacia el Golfo Pérsico.

Típico problema que se da en varias ocasiones cada día. Ya he captado que hay una plaza y dos direcciones a seguir, ¡ pero ni puñetera idea de a donde voy ! Al 50% de acierto pues.



Múltiples recuerdos a los mártires. Es curioso ver que cuanta más barba tienes más importante eres...



Dos parejas que van hacia la costa. Las chicas, aunque tapadas, van sentadas a horcajadas y cogidas a los novios sin ningún otro problema que el de aguantar la maleta.



La temperatura va subiendo y subiendo cada vez más a medida que voy hacia el Sur, y al pasar los 46 grados se me están derritiendo hasta las ideas. En estos países entre las 12 del mediodía y las 6 de la tarde está todo el mundo escondido en su casa, y cuando la temperatura baja salen en desbandada a ocupar las calles buscando el fresco.
Primero encuentro un arroyo y paro a refrescarme y a remojar la camiseta, pero al rato vuelve a estar absolutamente seca.




Luego encuentro un río y no me lo pienso dos veces, ¡adentro!

Tengo los pantalones sucios y ardiendo y decido que es un buen momento para lavarlos.





¡A 46 grados!



Espectadores.



Tan a gustito…



Con la esperanza de llegar hasta el mar sigo el camino pero unos cien kilómetros más adelante toda la ropa parece que está ardiendo, de tal manera que encuentro de nuevo el río y esta vez ya ni siquiera me desvisto, me saco la chaqueta y me meto dentro del río con las botas, los pantalones y la camiseta, ¡“full-Splash” !

Paro en varias ocasiones para refrigerar (con el agua ya caliente de los bidones de 2 litros que llevo en las alforjas) incluso el asiento que está ardiendo. Al final y “achicharraíto”consigo llegar al Golfo Pérsico.

En la puerta de entrada a Busehr, si uno se fija, hay dos grandes murales con el símbolo armado de Hezbollah el “partido de dios”, partido político libanés chiíta financiado por Irán y Siria cuyas milicias han sido declaradas oficialmente organización terrorista por los Estados Unidos entre otros. Así pues quedo advertido de lo que hay y habrá que ir con cuidado con según que comentarios hago aquí, no vaya a ser que tenga un encontronazo con una cédula islamista radical …



Detalle.



En esta ocasión la cosa está fácil, si sigo recto tengo sólo un 20% de posibilidades de equivocarme (!)


Otra vez al 50%...



No obstante llegamos al Golfo Pérsico.



Busehr ha sido noticia los últimos meses porque es donde el gobierno iraní ha construido el reactor nuclear que ha provocado el conflicto con USA con las supuestas intenciones de usarlo con objetivos militares. Entre el cartel de Hezbollah y el tema nuclear yo creía que iba a haber más controles interiores o que me iban a tomar por un espía yanqui, pero la verdad es que Busehr es una ciudad pequeña, basada en sus instalaciones portuarias, sin ningún atractivo y con poca población (excepto a la salida de la universidad), y no había casi ni policía local. Por no haber no encontré ni un triste hotel, aunque tampoco lo busqué con esmero. Lo que a mi me interesaba era recorrer la costa del Golfo Pérsico, cuya marea baja ofrece un buen espacio para practicar deportes o para simplemente pasear por la arena húmeda.





Me dirigí hacia una playa que tiene un parque próximo donde las familias van a pasar la tarde y me pude dar mi merecido chapuzón en el Golfo Pérsico. Claro que de refrescante poco, porque estábamos entonces a 45 grados y el agua del mar estaba muy caliente.



Decidí dejar pasar la tarde entre el césped del parque y el agua del mar y esperar que la temperatura fuera descendiendo, ya que debía volver por el mismo camino y no estaba dispuesto a pasar por ahí otra vez con el sol en lo alto, en plena canícula estival.




Sobre las 9 de la noche emprendí el camino de regreso, pero a las 10 la temperatura solo había bajado 3 grados y seguíamos a 42, con un bochorno increíble ya de noche. Al parecer ese terreno acumula el calor durante mucho rato.

Decidí que iba a parar un par o tres de horas al lado de la carretera para que el termómetro diera un respiro, y que iba a conducir de noche hasta llegar a las montañas. Busqué un sitio con una buena farola para entretenerme arreglando las maletas y consultando los mapas, y lo encontré cerca de una especie de fábrica en la que había un vigilante en la barrera de entrada.

Al poco rato pasa por delante un coche, luego da marcha atrás y se dirige a mi. Eran un padre y un hijo menor, al parecer de la familia dueña de la fábrica, y me invitan, creo yo, a un vaso de agua fresca. Acepto y entramos en la fábrica. La comunicación con ellos y con los dos porteros es bastante difícil, aunque uno de éstos pasó un tiempo trabajando en Italia. El vaso de agua fresca me lo dieron también, pero en realidad a lo que me habían invitado era a pasar un rato en la “habitación fresca”, es decir el cuarto al lado de la portería con aire acondicionado y alfombras en el suelo donde se recuperan para que no les de un golpe de calor. Me explican también que no es una fábrica, sinó un matadero de animales, especialmente pollos. ¡La cosa se ponía emocionante! Se ofrecen a enseñarme el interior pero declino amablemente pues no me apetecía entrar sólo en un sitio desconocido en el que se dedican a matar profesionalmente....

Pasa un rato y cuando les digo que voy a conducir de noche me dicen que no lo haga, que hay mucho tío peligroso suelto al volante, que duerma un rato y me marche al alba y que si quiero puedo quedarme a dormir en la habitación fresca esa del portero. Acepto pues fuera sigue haciendo un calor del copón y preveo que si conduzco toda la noche me va a costar aguantar despierto y además va a ser mucho más fácil perderse por las carreteritas comarcales que me esperaban.

En eso que a lo lejos llega un individuo vestido de matarife en blanco “full option”, impermeable, botas, gorro, etc., y con salpicaduras de sangre reciente. Suerte que no llevaba nada en las manos, sino salgo chillando de allí como los de la película “la Matanza de Texas”.... El hombre, de cara redonda y ojos achinados que denotaban ser de todavía más al Este de estas tierras, hablaba algo de inglés y me dijo por éste orden. 1- Que era afgano. 2- Que tenía una “room” dentro del matadero. 3- Que si quería ir a la “room” a hacer “mush mush”. Lo primero que pasó por mi cabeza mejor me lo callo, pero una aventura es una aventura, y a mi me pareció entender que él tenía que trabajar toda la noche y que yo podía dormir en su habitación. O sea que meto la moto dentro del edificio y le sigo prometiéndomelas felices. Pero resultó que el figura compartía la habitación con cuatro afganos más (¡glups!). Total que me enseñan el suelo lleno de alfombras y me dicen que “bienvenido al corral” y que duerma donde quiera (pues con el culo tan pegado a la pared como pueda, pensé yo ...)
.
¡Eh!, ¡eh!, ¡que corra el aire!



Luego mientras uno veía tele-afganistán con “la paranoica”, parece ser que otro se había ido a cocinar, o sea que se presentan todos con las viandas y me invitan a cenar, es decir a enrollar pedazos secos de tortas de pan con un guisado de hígado (alimento que no soporto). Hice lo que pude para no quedar mal con los anfitriones y me empujé algunas fajitas con tan poca habilidad que varios lamparones rojos acabaron decorando mis sufridos pantalones.
.
¡A comerrrrrr!



Donde comen 5, comen 6.



Donde fueres, haz lo que vieres.



Con la moto aparcada a unos metros, a la hora de planchar la oreja y a pesar del calor me metí a sudar en el saco de dormir, al menos para ofrecer algo de resistencia si los cinco afganos guardaban algún tipo de intenciones aviesas ...
.

DIA 15: “El agua que cae del cielo” Borazjan - NURABAD - YASUJ - MARGON - SEMIROM - QOMSHE - ISFAHÁN. 700 kms.



Como habíamos acordado con el portero de la entrada, a las 5 de la mañana me levanté y salí de la fábrica dejando a los 5 afganos durmiendo plácidamente en el suelo de la habitación. Por fin la temperatura había bajado ya unos 10 grados, y pasar la zona desértica a 36 grados fue muchísimo más llevadero.

Además me dirigía a las montañas, hacia Yasuj, por carreteritas poco señalizadas y que ni siquiera vienen en algunos planos. Si no es por el GPS todavía estaría hoy dando vueltas por los pueblos. Una de las cosas que más incomoda es cuando una carretera atraviesa una población, ya que representa que todo el mundo sabe (menos tú, claro está), por donde hay que seguir, aunque en el pueblo haya multitud de cruces sin señalizar. Normalmente se aplica la regla no escrita de que la calle más grande es la que se corresponde con la carretera, pero esa regla sale mal muchísimas veces, y cuando ves que la dirección se aleja de la que debería ser, hay que dar marcha atrás. En concreto para atravesar Yasuj hay que tomar numerosos desvíos y cruces sin señalizar, e inevitablemente ir preguntando a la gente y a los policías que vas encontrando.

¡De donde vengo … y a donde voy!



El portero del matadero me había aconsejado vivamente unas cascadas en Margoon de las que yo no tenía noticia, o sea que pregunté por ellas. Una de las veces que paré a preguntar, a mi alrededor se formó un corro de curiosos importante, de tal manera que ante el lío formado se para un coche de Policía y al final deciden escoltarme por la ciudad y acompañarme hasta el desvío que está a varios kilómetros. Maldita la gracia que me hizo porque así no pude pararme a comer como tenía previsto, pero no les podía hacer el feo....

Las dichosas cascadas significaban un rodeo de 130 kms que no estaban previstos, pero el paisaje era bonito, y en cuanto llegué supe enseguida que había valido la pena fiarme del portero. Es-pec-ta-cu-la-res, no tanto por el caudal, ni por la altura, sino sobretodo por ser las primeras cascadas “interactivas” que conozco. En un país donde como ya he dicho cualquier fuentecilla es una bendición, una cascada que vierte una cortina de agua sobre los visitantes es un regalo divino. Si hubieran estado en Europa estaría lleno de vallas, cuerdas delimitadoras, prohibiciones, guardias, etc. En Irán no; allí vas, te metes de pies en los charcos, te acercas a la cascada intentando no resbalar, si te apetece escalas las rocas en busca de un lugar privilegiado, y al final te pones justo debajo del agua que te golpea la cabeza. Nadie te dirá absolutamente nada ni se preocupará porque puedas esmorrarte piedras pabajo.

Por cierto que mientras los coches pagaban entrada a mi no me cobraron, como ha pasado en otras ocasiones a lo largo del viaje.

























El resto del día lo invertí en circular por carreteras que cruzaban paisajes extraordinarios. Me sentía el protagonista de “horizontes lejanos”, pero a pesar de que eché unas cuantas fotos realmente no pueden reflejar ni la mitad de lo que yo estuve viendo durante todo el día.



Una buena sombra para descansar era la ocasión que andaba buscando para cambiar las pastillas de freno traseras.



Pastores nómadas Qashqai acarreando los rebaños. Está claro que las cabras corren más que las ovejas.









Una carretera bien asfaltada y bien señalizada, unos paisajes para alucinar y todo el valle para mi solo, ¿que más se puede pedir?





Al final de la tarde llegué de nuevo a Isfahán entrando ya como un veterano y encontré sitio en el mismo hotel (Naghshe Jahan) en que tan bien me habían tratado unos días antes. Aproveché para hacer la colada y colgarla por la habitación (siempre hay que llevar una cuerda de tender y unas pinzas...).



Después de la ducha que realmente necesitaba (tras mi baño en el mar y la noche de los afganos sudando en el saco), anduve por Isfahán y me dirigí inevitablemente otra vez a la plaza Emám. El espectáculo, ya entrada la noche, era extraordinario. La plaza había sido tomada por una multitud de familias en sus mantas de picnic sobre el césped, cenando a la luz de las estrellas y de los focos de colores, que junto con las fuentes decorativas embellecían aun más la impresionante estampa del recinto. ¿He dicho ya que me gusta Irán?



Me dirigí a uno de los tenderetes de helados, pedí uno de lo que fuera (a boleo), y con él me senté yo también en el césped a dejar pasar el rato. Deleitándome con la visión de la plaza, de las fuentes, de las luces de colores; y escuchando a los niños jugar, y a las mujeres reírse, y dando lengüetazos a mi helado mientras la luna estaba colgada sobre la Mezquita iluminada, por unos momentos me sentí como un isfaharí más en un instante que fue muy emocionante para mi. Se estaba acabando mi estancia en Irán, y sentía por dentro que cuando me fuera de la plaza ya nunca más volvería a verla. Por ello al rato cerré los ojos como intentando que quedara impregnada en mi retina, me di la espalda y apreté el paso hacia el hotel sin mirar ya más atrás mientras entendía lo que sintió aquél poeta que había sentenciado “Isfahan … half the world”.





De camino al hotel andaba buscando un chiringuito para comer algo pero casi todo estaba chapado. Encontré uno que ya casi cerraban, pero por problemas de lenguaje que a veces pasan, en vez de un bocata o un shawarma de pollo (yo pedí en realidad “algo con pollo”), en la bolsa de plástico al final acabé con medio pollo a l’ast (!) que me comí en la soledad de mi habitación del hotel con los cubiertos de emergencia que por suerte levaba en mis alforjas.

La moto durmió otra vez dentro del vestíbulo del hotel ante la perplejidad de los otros huéspedes.
.
.
DIA 16: “En la boca del lobo”. Isfahán - KHORAMABAD - KERMANSHAH - HAMADAN. 800 Kms



El día tenía su guasa. Circulando por carreteras de segundo orden me dirigía hacia un doble peligro, por un lado acercarme demasiado a la frontera con Iraq que está en plena guerra, y por otro visitar la ciudad de Kermanshah, centro oficial del Kurdistán iraní políticamente inestable con varios ataques terroristas y secuestros de occidentales.

El día además estuvo otra vez muy caluroso, y en algunos momentos volvieron a aparecer 45 grados en el termómetro de la moto.
Tras pasar por Khoramabad, llegué a Kermanshah (Bakhtaran), a 200 kms de Iraq, y me dirigí al emplazamiento de Taq e Bostán, a ver unos famosos relieves en la tumba de Ardeshid II, pero aunque no están mal de calidad se trata de un sitio pequeño y que poco más tiene que ofrecer (inevitablemente comparado con Persépolis).

Puerta/rotonda de entrada a Kermanshah.



Taq e Bostan.



Buen relieve del rey sasánida Josrov Parviz montando su caballo Shabdiz.





Perspectiva del usuario durante la mayor parte del ultra-viaje.



Empapado de sudor me dirigí a Hamadán y pude encontrar la tumba de Avicena (Abu Ali al-Husayn ibn Sina), reconocido médico y filósofo cuyos tratados han trascendido a Occidente.



Otra de las tumbas famosas es la del poeta Baba Taher.



Logré encontrar no sin bastante esfuerzo la plaza donde yace el conocido como “León de Piedra de Ecabtana” (ellos lo conocen por Sang e Shir). Es una piedra ya desgastada con forma de león erigida en honor a Hephaestión, el amigo, compañero de armas y amante de Alejandro Magno. Creen los locales que frotándola con aceite se encuentra pareja.



Mezquita en construcción



Observé que muchas familias se disponían a ocupar el parque contiguo a la tumba de Baba Taher para pasar la noche en sus tiendas de campaña y decidí hacer lo mismo, aunque esperé a montar la tienda hasta que hubiera casi anochecido para evitar los inconvenientes con la Policía que tuve en Teherán. Mientras tanto me tumbé en la hierba fresca como uno más y no tardaron mucho diversas personas en ofrecerme té y comida hasta que a mi alrededor se formó un corrillo familiar de iraníes hospitalarios y curiosos. Aquí está la foto de ese momento. La encantadora pequeña que tengo en brazos se llama Mariah, y parece que también tenía curiosidad por ver al extranjero.



A propósito, baste decir que en una semana que estuve en Irán, y a pesar de todos los sitios turísticos que visité, no recuerdo haber encontrado a ningún occidental puede que por primera vez en mi vida. En mis fotos de Irán no hay ni japoneses con cámara, ni americanos con sombrero tejano, ni alemanes cerveceros, ni siquiera rusos que ahora proliferan por doquier.
.
Otra acampada salvaje iraní al lado de la Pantera, ahora en una plaza de Hamadán.


.
.

DIA 17: “Despidiendo Irán”. Hamadán - SOLTANIYEH -ZANJAN - TABRIZ. 650 kms.



Un día sin mucha historia, simplemente de viaje de salida hacia Turquía.
.
Pasé por el pequeño pueblo de Soltaniyeh para ver la enorme catedral octogonal patrimonio de la Humanidad (Mausoleo de Oljaitu, del año 1.300). Éste templo, probablemente el más grande del mundo en su época, se considera precursor arquitectónico del “Taj Majal” Indio. Está en reconstrucción actualmente.
.
Este es el Mausoleo de Soltaniyeh.



Entré en Zanján y paré en la plaza Enquelab a desayunar y curiosear por las calles, que es con lo que más disfruto del viaje. Aproveché para quitarme de encima algo de moneda Iraní ya que claramente iba a sobrarme y cambiarla por dólares que me iban a venir mejor para Oriente Próximo. Ninguno de los bancos ofrecía tal servicio. No obstante un bancario amable me acompañó hasta una oficina de cambio de divisas.
.
Plaza Enqelab y al fondo mezquita de Rasull-Ullah.



Mausoleo de Seyed Ebrahim Imamzadeh





Precioso edificio de los Baños.



Para separar los neumáticos de la maleta y evitar así que los gases se acumularan, usaba las latas usadas de refresco energético. Las botellas de agua y la bolsa de la basura (no creas que es fácil encontrar un contenedor…) van también alojadas en los neumáticos.



Otra caravana de la Policía, pero esta vez el Mercedes es de cartón piedra. Ésta argucia se usa en muchos países porque el susto te lo da igual.



Ya en Tabriz, lo primero que encontré fue la Mezquita de la Universidad .



Visite luego la “Mezquita Azul” (Mashied e Kabud), que está en obras. De azul ya no le queda casi nada y de espectacular menos, pero en su día era llamada la “Turquesa del Islam”, una de las más bellas del mundo, e incluso uno de los capítulos de “Las mil y una noches” se desarrolla aquí.





Pasé un buen rato en el Bazaar y luego encontré el llamado “Mausoleo de los Poetas” (Maqbarat-al-shoara, ¡bonito palabro!).





Luego tuve aquí un percance de tráfico. La mayoría de calles en Irán o son de una sola dirección o bien en la parte central tienen un cacho de acera alta o mediana que te hace imposible cruzar. Por ello muchísimas veces (incluso en muchas autovías) encuentras a vehículos que circulan contra-dirección por el arcén (para evitar dar rodeos) con el correspondiente susto que te llevas.

El caso es que en plena ciudad necesitaba ir unos metros atrás y luego cruzar, todo contra-dirección, y eso es algo que hacen las motoretas todo el rato. Ya se sabe que “donde fueres haz lo que vieres”, así que me disponía a hacer una incorporación prohibida y para ello estaba atento a los coches que me venían de cara. Cuando fue el momento me lancé hacia el cruce, pero resulta que sin yo saberlo otro chaval con otra moto quería hacer exactamente lo mismo en el mismo momento y el mismo espacio físico. La consecuencia fue que oí que algo me chocaba lateralmente y cuando me giré vi al chico y a su moto en el suelo después de colisionar con mi mega-vaca que casi no se enteró (una rascadita de 2 cms en la defensa y yo que me quedé de pie sin enterarme casi). Mientras el tráfico se acumulaba y empezaban a pitar, me esperé que el chico se pusiera en pie, le di la mano en señal de que todo estaba correcto por mi parte y desaparecí del lugar.


Y ya por la tarde me dirigí hacia el Shah-Goli o Goli Park. Un parque con un lago, barcas y demás en el que las familias disfrutaban de una buena sombra, y en que hay habilitada zona de acampada, con servicios, Policía, chiringuitos de comida, etc. Una vez más las motos pueden entrar por varios accesos peatonales sin pagar en la taquilla de la entrada al recinto. Esperé de nuevo un buen rato a que casi anocheciera, y monté entonces mi tienda al lado de mi moto para pasar mi última noche en Irán.





No hay comentarios: