viernes, 12 de septiembre de 2008

Diario de Viaje 8: Jordania



Dia 23- “Impresionante Petra”- Amman - PETRA - AQABA - WADI RUM . 450 kms.




Volví a recorrer las calles de Aman con la bolsa del equipaje y con un nudo en la garganta por ver si la moto seguiría donde la dejé. Efectivamente, allí estaba ella toda lozana esperando. Agradecí la atención al policía que estaba de guardia y sin visitar Amman (ya lo haría a la vuelta), me dirigí lo antes posible hacia Petra que estaba a unos 300 kms.
.
Chiringuito de la Policía que le echó una visual a mi moto por la noche.



Centro antiguo de Amman.



En ruta.





Otra vez la carretera hacia Iraq a tiro de piedra.





Cogí la autopista (Kings Highway) y en el peaje el chico al ver la moto no me quiso cobrar nada (ya me ha pasado otras veces) y así avancé kilómetros hasta que me paró un control policial. No hablaban inglés prácticamente. Yo creía que me habían detenido por exceso de velocidad porque me decían “exceed” y me dibujaban un círculo de prohibición, pero algo no estaba claro. Resultó al final que lo que me decían era “exiiit”, es decir que tenía que salir de la autopista en la próxima salida (exit), y el motivo era que en las señales de acceso a la autopista (esas que me dibujaban), estaba prohibido acceder a las motos a ésta y a todas las autopistas del país igual que a las bicicletas o a los tractores. Nunca me había pasado nada parecido. Yo le intenté explicar que las pequeñas motos o ciclomotores locales que podían entorpecer la circulación poco tenían que ver con los 100 caballos de potencia que calza mi moto, pero concluyeron que tenía que abandonar la autopista. Pues bueno, así lo hice sin problemas.

Llegué finalmente a Wadi Musa y a Petra sobre las 10 de la mañana, y con ello podría cumplir otro gran objetivo, el de visitar lo que ha sido oficialmente nombrado como una de las siete nuevas maravillas del mundo.




La visita a Petra duró más de 5 horas y se hizo, como no, bajo un sol de justicia. Hay una norma no escrita en Petra y es que hay que llevar una botella grande de agua por persona y aún así se te queda corta. No obstante, en el interior hay varios restaurantes y “jaimas” con refrescos a disposición de los numerosos turistas que invaden las ruinas.

Se desciende por una rampa de aproximación en la que ya hay varios monumentos excavados en las rocas, como la tumba de los obeliscos,




Lo primero realmente destacable que se cruza es el desfiladero del Siq, como Indiana Jones en “la Última Cruzada”. El Siq es el cauce del río Wadi Musa en época de lluvias. Tiene más de un kilómetro y algunas paredes de más de 200 metros.






.




Al final del Siq, y con la misma emoción que sintió Johann Ludwig Burckhardt cuando re-descubrió Petra después de más de mil años olvidada (engañó a un guía haciéndose pasar por un árabe que quería hacer una ofrenda), el corazón te da saltos cuando entre la grieta del desfiladero ves recortada la silueta Al-Khazneh (el Tesoro), es decir la fachada entallada en la roca del Templo del Tesoro que era la tumba del rey nabateo Arethas IV; algo absolutamente espectacular.








Pseudo-soldados nabateos.


.




La urna (Tholos) a la que los soldados disparaban porque contenía el fabuloso tesoro según la leyenda.





Canalización para la sangre de los sacrificios.






.




Los restos se escampan en una superficie muy grande y hay multitud de grietas, templos, tumbas, y grutas todas ellas excavadas en la roca, y todo en un tono de mármol rosa que hace unas aguas preciosas. Es impresionante lo que la tribu de los Nabateos construyó aquí aprovechando en cisternas de agua las escasa pero torrenciales lluvias que bajaban por el desfiladero del Siq (en todo el desfiladero hay un reguero de canalización del agua a los lados).

Una imagen bucólica.




Calle de las fachadas















El anfiteatro desde una de las cuevas.





La ciudad rosa.









Poblado nabateo.




Si decides subir a pie hasta el Monasterio de Ad-Deir te esperan 800 escalones, es decir 25 minutos de sudor garantizado (eso a buen ritmo), pero arriba hay montada una jaima fantástica con sofás a la sombrita para tumbarte con un refresco en la mano y contemplando ésta belleza.






Sendero del Monasterio por el Valle Wadi ad-Deir.



Aquí hasta las cabras buscan la sombra…





Hay mucho que ver y visitar.

Qasr al-Bint Firaun (Castillo de la hermana del rey).




La calzada romana y al fondo las tumbas reales


.











Las escenas de caravanas pasando por estas paredes se repiten desde hace milenios.




Antes de marchar, otra vista del Tesoro ahora a la sombra (nótese que todos los turistas están ahí huyendo del sol abrasador, menos el camello que se la trae al pairo…).




Una vez realizado este sueño me acerqué hacia Aqaba, el único puerto de Jordania y que hace de frontera con Israel (Eliat está a 3 kms), con Arabia Saudí, y casi con Egipto. Unos 15 kms antes de Aqaba hay incluso una aduana al ser puerto con territorio de fiscalidad especial creo (todo era más barato como un dutty free de los aeropuertos). Ésta ciudad es famosa por el submarinismo en las aguas del Mar Rojo en el Golfo de Aqaba y hay bastantes extranjeros buscando la mejor inmersión.


Ovejas peligrosas…




El calor era muy sofocante, otra vez 45/46 grados. Dediqué un buen rato a darme un chapuzón en el mar, aunque el agua estaba muy caliente. Sorprende ver que en la playa había chicos paseando tranquilamente en camello.





A 20 kms de Arabia Saudí.




La Pantera Negra ha llegado al Mar Rojo.




Lo mismo me pasó en el centro de la ciudad. Después de muchas semanas cuando vi un McDonalds no pude resistir la tentación ya que poder pedir exactamente lo que quieres comer y conocer su sabor de antemano era un lujo que hacía muchos días que no podía permitirme.

Aparcados en la acera delante del McDonalds estaban mi moto y dos camellos, así de exótico como suena.




Al final de la tarde me dirigí hacia el desierto de Wadi Rum, a donde llegué ya de noche. Una vez dentro del parque nacional hay varias zonas habilitadas para acampar.
.
.
DIA 24: “Lawrence de Arabia, versión cutre-salchichera” Wadi Rum - MAR MUERTO - AMMAN. 450 kms.





Me desperté temprano para ver salir el sol en el Wadi Rum (conocido también por el valle de la luna) y en vez de esperar a que empezaran los turnos de los Land Rovers que ofrecen los servicios de guía por el parque, me armé de valor y decidí entrar en el desierto a pie y hacer parte del recorrido de treeking que está previsto en el mapa que te ofrecen a la entrada.

Esto es lo que veía yo desde mi tienda.



El desierto de Wadi Rum es extraño. Se trata de una especie de anchos desfiladeros entre montañas donde es imposible perderse, pero también donde las distancias son mucho mayores de lo que parecen. Caminé casi dos horas aún a la sombra de las montañas para llegar hasta un macizo (Kazali) que parecía estar siempre allí mismo, pero que nunca llegaba.











Al llegar hay un pequeño desfiladero interior, nada extraordinario…












Luego, ya bajo pleno sol, caminé una hora más para llegar hasta un puente de piedra (Little Bridge, pues hay otro más grande bastante más lejos).










Me costó una sudada espectacular el Wadi Rum. Hay algunos tramos turísticos más lejanos que ya no estaban a mi alcance al no haber alquilado un vehículo con guía, pero a cambio puedo decir que lo conozco de primera mano y pude sentir lo mismo que en su día sintiera Lawrence de Arabia cuando andaba por allí haciendo de las suyas.


Éste es Lawrence de Arabia versión cutre-salchichera…




Como se ve el sol ya estaba castigando de verdad y decidí emprender el camino de vuelta, lo cual me tuvo ocupado andando por la arena fina y ardiente otras dos horas y acabó con mis reservas de agua.


.





Sólo en medio de la nada.





Entrada al Wadi Rum.




Me di una imprescindible ducha en los servicios de una zona de acampada próxima y me dirigí ya hacia el Norte por fin. Empezaba a partir de ahora la vuelta a casa, ya que cada kilómetro me acercaba más geográficamente hablando.






Andaba circulando yo por una carretera recta hasta aburrir y se me ocurrió beberme en marcha una lata de refresco. Total, con una mano para conducir me sobraba... En ello estaba cuando a lo lejos un policía me da el alto. De golpe se me acumuló la faena y no sabía que hacer con la lata a medio beber, no encontraba sitio donde aguantarla. La dejé entre el depósito de gasolina y mi entrepierna mientras bajaba marchas y frenaba hasta donde estaba el policía, pero cuando llegué a su lado y bajo la pierna para poner pie al suelo, la lata empezó a caerse y yo que intenté cogerla al vuelo, y la lata que se fue cayendo y mi pie que se apoyó en grava suelta y resbaló, y los casi 400 kilos de la moto y yo que nos caímos hacia la derecha, justo delante del policía. ¡Una llegada triunfal! Ya es la tercera caída del viaje, y todas en parado.

Hasta me tuvo que ayudar el agente a levantar la moto, y creo que luego, mientras me decía que me había saltado un radar con exceso de velocidad, el tío por dentro no se aguantaba la risa. Al final me disculpé y el hombre me dejó marchar sin más supongo que para poderse reír a gusto de la torpeza de ese pobre guiri desgraciado.
.

En ésta carretera es donde me la pegué. Por cierto que no será que no me dieron oportunidades para liarla…




Cuando llegué hasta la autopista me acordé de que estaba prohibida a las motos. Lo pensé unos segundos y decidí hacerme el sueco; total lo más que pasaría es que me hicieran salir de nuevo. Esta vez pude comprobar que realmente hay señales de prohibición a la entrada como me habían asegurado. Otra vez el hombre del peaje no me advirtió de nada y tampoco nada pagué. Pasé varios controles policiales pero ésta vez ninguno me paró.

Una carretera que estaba cortada sin previo aviso supuso un rodeo de 50 kms, pero a pesar de ello conseguí llegar hasta el Mar Muerto que hace las veces de frontera entre Jordania, Palestina y Israel, cuyo territorio puedes ver perfectamente todo el rato al otro lado. Se cree que a su alrededor se encontraban entre otras las ciudades de Sodoma y Gomorra (por aquello de convertir a todos los libidinosos en sal que dice la Biblia). Pero si algún día allí hubo vestigios de lujuria, frenesí y pecado carnal lo que está claro es que ahora desgraciadamente ya no queda nada de ello…

Hemos llegado al Mar Muerto.





Como el mar se va secando, se prevé que el 2050 pueda haber desaparecido. Tiene diez veces más sal que los otros mares y multitud de minerales (magnesio, sodio, potasio, bromo, etc.)

Sal en las orillas.




Haciendo un esfuerzo económico notable entré en un Hotel/Spa de lujo para darme mi chapuzón reglamentario en las aguas del Mar Muerto, éste lago enorme que está 400 metros por debajo del nivel del mar (¡el punto más bajo de la tierra!, por eso las aguas que llegan no pueden escaparse por ningún lado y se evaporan), y cuyo grado de salinidad es tan elevado que flotas en él y no te puedes hundir. Es una sensación muy rara que no te deja ni nadar.







Las piedras de la orilla del mar están absolutamente cubiertas de sal y cuando entras tanta sal es muy molesta tanto para los ojos (hay que bañarse con las gafas para evitar salpicones), como para la boca (enseguida hay que beber agua, que te ofrecían los propios empleados del Spa), como para las heridas abiertas que escuecen a morir.





Los clientes del Spa se dan baños de lodo terapéutico.



Después de una ducha lo mejor es relajarse un par de horas en las lujosas instalaciones del hotel y su piscina como todo un potentado.









Jesús fue bautizado en el río Jordán.





A media tarde me dirigí de nuevo a Amman, aunque esta vez logré llegar todavía de día. Ahora pude comprobar que aquello que a mi me parecía un suburbio la otra vez en realidad sí era el centro de Amman (el de la parte vieja, eso sí, y hay que recordar que Amman es una de las ciudades más viejas del mundo). Pude buscar con más calma un hotel y un párking para la moto, y vista la poca oferta al final decidí estirarme un poco y alojarme en el Palace Hotel que tenía garage propio en el edificio.

A cambio del derroche aproveché la bañera para poner la colada en remojo y salí a investigar las calles, a cenar y a conectarme a un cíber.







Luego a la piltra con la moto metidita en el párking.
.
.
DIA 25: “El día que llegué a Beirut”. Amman - JARASH - ((DAMASCUS - (SIRIA)) - BEIRUT (LIBANO). 400 kms.





Había pasado dos noches en Amman y todavía no conocía la ciudad, o sea que al levantarme me dispuse a visitarla.

Como ya dije Amman es una de las ciudades habitadas más antiguas del planeta, por lo que ésta parte antigua es un tanto fea a mi entender, aunque más auténtica.










Lo más destacable de la parte vieja es su teatro romano, pero francamente está lejos de la espectacularidad de otros que más adelante pude ver.







En una plaza céntrica está la mezquita del Rey Housein.





Cuando consigues subir alguna de las muchas colinas hacia la parte nueva de Amman y entiendes un poco como funcionan sus “círculos” (rotondas consecutivas y numeradas que se usan en Amman para situarse), entonces encuentras por fin una ciudad moderna, los bancos, los hoteles, las universidades y los restaurantes, aunque en ese momento pierde lógicamente su autenticidad. Aquí en la parte alta destaca la mezquita de Abdallah









Los policías de tráfico de Amman usan salacots azules.






En dirección Norte hacia la frontera Siria se encuentra la ciudad de Jarash que tiene otro espectacular recinto lleno de restos romanos (Gerasa). Requiere también varias horas pasear por el “cardo máximo” descubriendo los diversos y espléndidos edificios, fachadas, columnas, puertas de entrada, etc. Tal vez destacan los teatros Norte y Sur, los templos de Zeus y de Artemisa (especialmente la escalinata de entrada), el arco de triunfo de Adriano, y lo que le es más característico a Jarash, la columnata del foro en la plaza oval.

Arco de triunfo de Adriano.




Vista de las ruinas desde la Iglesia de San Teodoro.




Teatro Norte.




Fachada del Teatro Norte




Columnata en el Cardo Máximo.




La famosa Plaza Oval del foro y su columnata.






Teatro Sur.




Templo de Zeus.

Fachada del Propíleo de entrada y escalinata de acceso al templo de Artemisa.

Templo de Artemisa

Las inconfundibles hojas de acanto del capitel coríntio.

Ya en ruta de golpe me persigue un coche de Policía con las luces y la sirena. Me paro enseguida y un oficial con mala cara me pide el pasaporte, lo examina, lo devuelve y se van todos, simplemente, sin siquiera un “ahí te pudras”. Fue extraño por lo inusual, ya que lo normal ha sido un trato muy correcto incluso en los muchos casos en que no había manera humana de entenderse.

Llegué a la frontera jordana donde se paga también una tasa para salir, y luego otra vez de entrada a Siria (con el GPS bien escondido esta vez).

Ya en Siria me dirijo directamente al Líbano vía Damasco. Antes de entrar en la frontera la experiencia acumulada aconseja dejar preparado el tema del pasaporte y los papeles de la moto a mano, esconder lo que haya que esconder (incluido tapar con algo el soporte del GPS), y preparar la cartera con todos los billetes pequeños que nos quedan (sobretodo dólares).

Llegué a la frontera Siria de salida, pagué otra vez la tasa para salir, y a la frontera propiamente del Líbano, pequeña y poco organizada donde se aprovechan y te hacen subscribir un seguro para la moto de un año entero (50 dólares la broma creo recordar). Otro oficial de aduanas había por ahí que quería sablearme para dejarme pasar pero me puse firme y le dije que ya no me quedaba dinero, que iba a dormir a casa de unos amigos y por la mañana al banco a por una transferencia (otra mentira cochina …)

Poco rato después ya estoy circulando por el Líbano, todo un reto teniendo en cuenta su situación política siempre “peculiar” y que hace un mes y medio estuvieron al borde de la guerra civil.

La carretera desde la frontera hasta Beirut atraviesa primero la cordillera del Antilíbano y luego la cordillera del Líbano, y después se constituye en un descenso constante, sostenido y a veces muy pronunciado, que a medida que se acerca a la capital se combina con un denso tráfico y con varios controles militares. Además, el asfalto de las curvas suele estar raspado a posta para asegurar la tracción incluso con los rigores del invierno, pero esos raspones son muy molestos para la estabilidad cuando circulas en moto.

Todo el descenso hacia Beirut coincidió con una lánguida y cegadora puesta de sol, ya que se conduce en dirección Oeste. Al llegar a la capital y circular con un tráfico notable ya anocheció y me costó un poco encontrar alguna calle que poder identificar en el plano. Sí encontré la mezquita Muhamad Al Amin.



Finalmente di con la céntrica calle Hamra, aparqué la moto y cambié moneda, y ya a pie pude buscar un hotel que no fuera demasiado caro de entre los bastantes que se encuentran fácilmente en la zona.

En el Líbano la tipografía es occidental la mayoría de las veces, y no sólo es fácil entenderse en inglés, sino todavía más en francés, ya que fue un protectorado galo antes de su independencia.
Aparqué la moto justo a tres metros de una mezquita pues se me ocurrió que en ese lugar los radicales islámicos no se iban a atrever a ponerme una bomba. Yo me alojé en el hotel de enfrente, el Papillón creo recordar, muy cutre y en cambio no muy barato comparado con el estándar sirio, pero es que el Líbano no es barato...
Salí a dar una vuelta por Beirut y a cenar, y lo que me encontré fue una ciudad muy occidental, incluso diría que muy pija. Mucha gente vestida a la última cenando o tomando copas en caros restaurantes de grandes hoteles.

Por mi parte yo me senté en la terraza exterior de un chiringuito de shawarmas. De vez en cuando un coche aparcaba justo delante y yo algo inquieto me acordaba de las imágenes de los telediarios cada vez que en Beirut estalla un coche bomba.

No obstante, al cabo de un rato (y con la barriga llena) la paranoia ya me había pasado y paseaba por allí con la misma confianza que lo haría por mi barrio. Encontré un cíber y pude dar el parte de noticias a la familia.

No hay comentarios: