miércoles, 10 de septiembre de 2008

Diario de Viaje 10: Turquía Oeste


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DIA 27: “Kapadokya y las chimeneas de las hadas”: Antakya - ADANA - DERINKUYU - NEVSEHIR -UCHISTAR - GOREME - AVANOS. 550 kms.



Desmonté la tienda, agradecí al chico de la gasolinera las atenciones de toda la familia y me dirigí de nuevo al centro de Antakya.



Plaza Kopru.



Llegué hasta Adana y encontré esta maravilla de mezquita (Merkez Camii (Sabanci mosque)).



Eché luego un rato en el centro de la ciudad para conectarme en un cíber y para comer un kebab en un parque, y me dirigí ya hacía la Capadocia, casi ya el último de los objetivos importantes previstos.





Antes de llegar a Nevsehir me detuve en una de las ciudades subterráneas, Derinkuyu. Previamente la visita no parecía tener mucho interés, pero la verdad es que una vez dentro me impresionó mucho la extensión y sobretodo la profundidad de las grutas subterráneas, de sus sistemas de respiración y la diversidad de las estancias. Alucina pensar la cantidad de gente que podía vivir allí dentro de manera perfectamente organizada y segura, ya que incluso las rampas de acceso tenían sistemas de cerramiento interior con grandes losas circulares, tipo Indiana Jones en algún templo perdido...




La Capadocia es una región que incluye diversos municipios, pero por lo poco que yo conocía quería pernoctar en Goreme, ya que por internet se ofrecen múltiples hostales y cámpings de precios reducidos, incluso con habitaciones en las propias cuevas. No me equivoqué en absoluto. Goreme es el centro del meollo y el pueblo más pintoresco sin duda. No costó mucho rato encontrar un hotelito barato (en contexto turco y turístico claro). En Goreme además, encontré ya a varios moteros que exploraban Turquía, o incluso a un inglés que se dirigía hacia Pakistán.

Comparado con los mochileros que dependen de autobuses o combinaciones de transporte público, visitar la Capadocia con una moto es una gozada porque todas las ciudades se encuentran a poca distancia, y el camino entre ellas está plagado de formaciones rocosas curiosas, rocas habitadas, grupos de chimeneas de las hadas, pliegues rocosos de belleza espectacular, casas trogloditas, etc. Te pasas el rato con la cámara en la mano porque sabes que estás viviendo algo único en el mundo.
Castillo de Uchistar



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Valle de Goreme.





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Circulando entre valles encantados me fui a cenar al pueblo próximo de Ávanos. Entro en un restaurante y le señalo al camarero una fuente llena de algo que parecía carne estofada. Me dice que OK. Cojo una lata de la nevera (en la mayoría de locales para comer la bebida te la coges tu mismo) y me siento en la mesa a esperar mi plato de estofado. Pasan los minutos y no entiendo como se puede tardar tanto en llenar un plato y calentarlo un poco. Pasa más rato y ya estoy por pedir explicaciones cuando aparece el camarero con el plato … y en él una pizza fantástica hecha con la carne que yo había escogido colocada como ingrediente… ¡Cada día se aprende algo nuevo!

Luego vuelvo al hotel de Goreme y con una ducha espléndida, una cama perfecta y sin tener que madrugar dormí plácidamente y cargué las pilas para aguantar otra semana de ultra-viaje por lo menos.

La moto durmió delante de la puerta del hotel ya que el dueño extremadamente amable (y que tenía un par de BMWs antiguas con sidecar para restaurar), apartó sus coches para que la moto estuviera lo máximo de pegada posible a la puerta de entrada.
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DIA 28: “Los Picapiedra”. Goreme - URGUP - KONYA - SIDE. 500 kms.

Un buen almuerzo turco en el hotel y a seguir visitando la Capadocia. Empecé por el Museo al aire libre de Goreme, cuyas casas e iglesias (Kalesis) paleocristianas excavadas en la roca son muy curiosas.
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Casa de dos plantas y ático.

Arbol-jarrón.

Museo al aire libre de Goreme.


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Mesa y bancos.

Luego exploré los diversos valles que llevan hasta el turístico pueblo semi-troglodita de Urgup. Por todos lados multitud de formaciones rocosas, chimeneas de las hadas, conos rocosos y pueblos llenos de casas de piedra, exactamente igual que Bedrock (Rocadura) en la serie de los Flintstones (los Picapiedra).
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Formaciones de aguja.



Urgup.






Goreme city.

Seguí mi viaje y después de pasar por Nevsehir me encuentro una zona de unos 2 kms de grava y una señal de limitación de velocidad a 70 kms/h. Sucede que a menos de esa velocidad la dirección de la moto me baila mucho con tanta grava, o sea que circulo un poco más alegre para evitar ese baile peligroso. La mala suerte es que al final del tramo me para una patrulla de Policía que andaba con el dichoso radar ... No hablan ni gota de inglés, pero el agente precavido tiene una libreta con lo que ha de decir anotado paso a paso (la Capadocia es muy turística). Me dice que he pasado el límite y que me va a crujir el equivalente a unos 50 euros de multa.

Yo me hago el bueno, el que no entiende lo que le dicen, el que es un pobre turista y al final hasta el enfadado, pero el hombre sigue en sus trece. Lo que no quise hacer esta vez es ofrecerle ningún soborno que creo que era lo que andaba buscando. Al final el hombre rellena su boleto de multa con una sanción de unos 75 leros (!), pero en vez de pedirme la documentación comete el error de preguntarme a mi los datos (nombre, ciudad, etc), con lo cual va a ser difícil que la multa llegue algún día .... No obstante pasé un par de horas cabreado por la experiencia.

Llegué finalmente a Konya, que es la capital espiritual de la orden religiosa de los Mevlevi, y donde está el muy visitado Mausoleo de Mevlana, con la tumba y el museo de su fundador. Lástima que por un día y medio no pude ver a los famosos Derviches Danzantes que dan vueltas y vueltas con sus faldas volteando hasta llegar al éxtasis místico (más bien yo diría a pillar un globo de no te menees...).
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Mausoleo de Mevlana.


Al lado del mausoleo se halla también la mezquita de Sultan Selim Camii

Me di un paseito por el centro de Konya y su bazaar y luego pasé por la Mezquita de Aladino (Alaeddin Keykubad mosque), aunque no tiene nada de espectacular más que los jardines llenos de atracciones y de chiringuitos de helados y bebidas en los que está emplazada (Allaeddin Tepesi).
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Mezquita de Aladino. Yo no supe encontrar la lámpara.
Ayuntamiento.

Salí de Konya con dirección al Mar Mediterráneo pero el camino atraviesa un par de pasos montañosos, como éste de 1825 metros.

El estado de las carreteras turcas es bastante lamentable.

En realidad las carreteras turcas tienen cuatro estados: el primero es el estado óptimo que debe durar muy poco porque así pocas encuentras. El segundo es cuando deciden que van a repararlas y pasa una excavadora y ralla todo el asfalto. Es una pesadez y un peligro para la estabilidad de la moto. El tercero es cuando tiran la grava sobre el asfalto rallado. Esta fase puede durar varios años ya que son muchísimas las señales verticales de circulación advirtiendo de grava suelta y disminución de la velocidad, señales que no son provisionales sino permanentes. Y el cuarto es cuando la máquina lanza el alquitrán sin ton ni son, dejando la carretera absolutamente lisa y sin poros, de manera que resulta bastante resbaladiza.
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En esta foto se aprecian dos de los estados de la carretera al mismo tiempo. Es un tramo de autovía democrático porque puedes escoger como caerte, si por culpa de la gravilla suelta en un carril, o por culpa del alquitrán resbaladizo en el otro…

Tras llegar por fin a orillas del Mediterráneo me dirigí a la ciudad de Side, donde las crónicas explican que Marco Antonio y Cleopatra gozaron de días de tórrido amor retozando en sus largas playas. Las ruinas de Side no son muy numerosas pero si que es bonito observarlas con el mar de fondo.

Restos del Templo de Apolo.


Con la noche en la Capadocia y la llegada a las ciudades turísticas costeras de Turquía este viaje había perdido de golpe cualquier atisbo de aventura y ya era solamente un viaje turístico, pues no hay problema alguno de lenguaje, de gasolina, de costumbres, de comida, y ni siquiera de moneda, ya que se puede pagar incluso con euros. El centro de Side es perfectamente comparable con cualquier ciudad costera turística española en pleno agosto, con tiendas de souvenirs, boutiques de marca, y restaurantes llenos de alemanes, holandeses, y (como pasa ahora en todo el mundo) de rusos con las carteras llenas de rublos.

Cerca del centro encontré un camping pequeño casi a pie de playa y planté la tienda.

Reencontrarme con mi Mar Mediterráneo, ahora limpio, bien merecía un buen baño. Por la situación geográfica de Side el sol se pone justo en el mar, por lo que pasear por sus playas viendo la puesta de sol fue un muy bonito momento. Cantidad de restaurantes ofrecían sus servicios con las mesas a pie de arena.


Cuando el sol languidecía aproveché para hacerme un rato de Tai-Chi que ya andaba necesitando un poco de paz en tanto ajetreo de viaje.

Luego una duchita y a descansar a la tienda al lado de la Pantera.
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DIA 29: “Ruinas diversas”. Side - ASPENDOS - PERGUE - KURSUNCU - ANTALYA - TERMESOS -PAMUKKALE. 400 kms.
Me dirigí hacia el teatro romano de Aspendos, que está como protegido por una muralla exterior como el de Bosra pero no tan impresionante como aquél .


No muy lejos están los restos de Pergue, del que me gustó su estadio exterior al lado del teatro.




Luego llegué a las cascadas de Kursuncu y a pesar del verdor de los árboles y los riachuelos, cualquier parecido del caudal de la cascada con las fotos que yo había visto era pura coincidencia. Está claro que la sequía por aquí también se ha dejado notar.


En Antalya, y aunque costó un poco, gracias a la ayuda de un motorista conseguí encontrar un taller para cambiar los neumáticos (lastik) de la moto.

A pesar de llevar ya 15.000 kms, el estado de los neumáticos daba todavía para aguantar dos o tres mil kilómetros más sin exigirles demasiado. Una muy buena duración y desgaste pues de éstos METZELER TOURANCE cortesía de PNEUMATICS GUZMAN.

Otro lavadita de cara.



Luego dediqué un buen rato a comprar provisiones, a conectarme en un cíber, a pasear por sus calles y a comer algo antes de irme. Destacan la puerta de Adriano (Hadrian Kapisi) y la Torre del Reloj ambos en el centro (famoso por sus avenidas de palmeras).
Torre del Reloj.

Arco de Adriano.


No muy lejos de Antalya están las ruinas de Termesos. En su día muy famosas porque fueron el único pueblo de Anatolia y casi del Oriente Próximo que nunca fue vencido por las tropas de Alejandro Magno.
Las ruinas están enclavadas en medio de un Parque Nacional protegido, y para llegar a ellas hay unos 9 kms de carreterita de subida. Entonces llegas hasta el párking, pero te espera una subidita a pie muy considerable y un buen rato de treeking entre las piedras hasta llegar a los diferentes restos que se hallan desperdigados por toda la montaña. Está claro que nunca los vencieron. ¿Quien demonios iba a querer subir hasta allí y para qué? Anduve un par de horas allí arriba y no encontré a ningún otro turista, ya que como he dicho es una excursión de treeking exigente más que una clásica visita de restos arquitectónicos.



Sarcófagos.
Tumbas talladas en la roca.


De los edificios y tumbas que quedan remarcaría las canalizaciones subterráneas y sus seis grandes cisternas de agua bajo tierra con los que se abastecía la ciudad y podía aguantar un largo asedio. También destacan los restos de su teatro con espléndidas vistas. Me senté un rato y con la paz del entorno era muy fácil imaginarse a todos los aldeanos reunidos en aquellas gradas milenarias mientras el jefe les decía que el pesado de Alejandro volvía a sitiarlos por hambre, y que habría que llamar al primo turco de Panoramix para que hiciera un poco de poción milagrosa de esa para echar al invasor ...




Emprendí de nuevo el camino y tras cruzar unas cuantas montañas más llegué hasta Denizli y un poco más tarde hasta Pamukkale.

Otra vez le hice caso a uno de los cazaturistas que me ofrecía su hotelito y se dejó regatear el precio, y otra vez la cosa salió muy bien. El Hotel Pamukkale es muy recomendable y familiar. Las niñas de la familia andan correteando por la piscina y aporreando el ordenador que puedes usar gratistotal. Tiene sitio para plantar la tienda y también piscina, pero la habitación y el baño eran perfectos y por la poca diferencia de precio preferí descansar un poco mejor, que el cuerpo es un templo que hay que cuidar si hay ocasión.

Yo me desparramé en la cama tras un bañito en la piscina que recoge las aguas que bajan de Pamukkale y Hierápolis. La moto durmió en el patio del hotel.
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DIA 30: “Castillos de algodón” - Pamukkale - AFRODISIAS - BODRUM. 400 kms
Tras un desayuno típico turco me dispongo a visitar la maravilla natural de Pamukkale, los “Castillos de Algodón”, que es una montaña blanca cubierta de calcio y con múltiples cascadas/piscinas/estalactitas formadas por el óxido de calcio del agua que rebosa cada noche. Además, en la parte de arriba de la montaña se encuentran las ruinas romanas de Hierápolis y sus baños termales.


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Consejos: la regla número uno es ir ligero de ropa pues al final acabarás seguro con el bañador y nada más. La regla número dos es llevar calzado de fácil quitar (chanclas), porque enseguida está prohibido y los vigilantes te regañarán a golpe de silbato. Y la regla número tres es saltarte a la torera cuando puedas las prohibiciones y meterte en las piscinitas naturales a apaciguar el calor.


El sitio es bonito y hasta romántico diría yo. Se podrá alegar en contra que la parte antigua y original tiene el acceso vetado al público y solo se la puede echar fotos, pero la verdad es que la parte más moderna, en cuanto el guardia se despistó, se llenó de gente bañándose en tan especiales bañeras; yo entre ellos, claro está.



Tras el remojón agradecido me dirijo hacia Afrodisías y una vez allí visito el museo, con una notable colección de estatuas clásicas de mármol. Luego a las diversas ruinas de las que destacan un teatro bastante grande y bien conservado, y especialmente el precioso pórtico doble de entrada al templo de Afrodita.



Espectacular Tetrapylon del pórtico.



Peleando una vez más con el estado de las carreteras interiores turcas llego ahora hasta el mar Egeo, concretamente hasta Bodrum, la antigua Halicarnaso, sede de la que fuera una de las siete maravillas del mundo antiguo, la tumba de Mausolo (el Mausoleo de Halicarnaso).

Bodrum es sin duda, igual que Side, otra ciudad invadida por el turismo más clásico. Destaca y domina sobre la ciudad el espléndido Castillo Cruzado de San Pedro.

La Pantera también en El Mar Egeo.
Halicarnaso y el Castillo Cruzado de San Pedro dominando la bahía.

Playa de Bodrum.

Llegado pues al Mar Egeo mi la tradición exigía darse un buen bañito en la playa de Bodrum.

Castillo/Fortaleza de San Pedro.



Ciudad absolutamente turística. En éste Supermercado todo son facilidades.
Aún sabiendo que ya no queda nada de él, me dirijo hacia el lugar donde un buen día (siglo 4 A.C.) Artemisa, la viuda (y hermana) del buen sátrapa Mausolo mandó construir el más grande monumento funerario que se recuerda y que ha dado nombre a todos los demás (Mausoleo). Pero de sus otrora fantásticos 50 metros de altura no hay nada en pie después de varios terremotos y destrucciones de la ciudad (entre ellas la primera a manos del propio Alejandro Magno), y de que siglos más tarde las piedras las usaran los Caballeros Cruzados para construir el Castillo de San Pedro.


Salgo de la ciudad en dirección Norte para acabar en uno de los pequeños cámpings a orillas del mar que ya había visto al llegar. Planto la tienda y a dormir al lado de la moto que sigue sin dar problemas.

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DIA 31: “Medusas, Oráculos y Troya”. Bodrum - DIDYMA - EFESO - IZMIR - TROYA - KANAKKALE - ORESTIADA (GRECIA). 900 kms.



Vuelvo a levantarme temprano (sobre las 5 de la mañana muchos días), pues hoy el día será largo en kilómetros y en cosas que ver.

Lo primero es acercarme a Didyma a ver el que fuera uno de los mayores templos, el construido al dios Apolo. Llegué una hora y media antes de que abrieran las puertas, pero por la parte de atrás de la ruina hay un muro medio destruido que me permitió entrar sin esfuerzo un momentito, al menos para comprobar el impresionante grosor de las columnas (los carretes de las columnas caídas están por todas partes), y para echarle una buena foto a la famosa Medusa de Didyma.
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Templo de Apolo, debía de ser realmente espectacular.
Éste templo de Apolo era donde se encontraba el Oráculo de la Sibila, pero a pesar que intenté escuchar las previsiones del oráculo sobre el futuro, me pasó igual que hace unos meses en el Oráculo de Delfos (Grecia), que la única respuesta era una voz nasal que decía…. “¿ha dicho futuro? … oiga con ésta crisis por futuro no me viene nada…”

La Medusa.

Lo próximo pues fue dirigirme hacia Éfeso, el emplazamiento arqueológico con más entidad de los muchos que hay en las costas turcas. La primera mitad de la visita la hice con las ruinas casi vacías y pude disfrutarlo, pero cuando llegaron los autobuses de turistas aquello parecía talmente “la marabunta” y no tardé mucho en hacer “mutis por el foro” literalmente.
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Teatro de Éfeso.



Hay multitud de restos griegos y romanos, templos, casas, pórticos y antiguas fuentes (Ninfeón), pero dos cosas sobresalen sobre el resto: el fabuloso teatro, realmente grande (24.000 espectadores) y bien conservado, y sobretodo la impresionante fachada de la biblioteca del Procónsul Celso.
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Templo de Adriano (Hadrianus Tapinagi).
Relieve de Niké alada. (Pal que no lo sepa, Niké = Victoria, de ahí el origen de la marca deportiva... Nunca te acostarás sin saber una cosa más...).

Mega-súper fachada de la Biblioteca de Celso.





Yo andaba buscando también otro imposible: los restos de otra de las siete maravillas del mundo antiguo, el templo de Artemisa de Éfeso. Pero la búsqueda era totalmente estéril, ya que resulta que ese templo se encuentra fuera del recinto de las ruinas, en dirección a Selçuk.

Cuando finalmente lo descubrí pude confirmar de nuevo que de ésta maravilla tampoco quedaba casi nada, pues únicamente una columna queda en pie del que fuera fabuloso templo lleno de vestales dedicadas al culto de Artemisa (Diana cazadora). La decoración se encargó a Escopas, y el templo fue arrasado por el fuego por un pastor llamado Eróstrato por simple afán de fama. Se dice pues que “por cada Escopas siempre hay un Eróstrato”. Alejandro Magno (el mismo notas simpático que había arrasado Halicarnaso), mandó reconstruir el templo de Artemisa cuando se enteró que la destrucción inicial tuvo lugar el mismo día de su nacimiento, pero con posterioridad los terremotos y saqueos acabaron de nuevo con él.

Sigo dirección Norte hacia Izmir (Esmirna) hasta encontrar la plaza Konak con su famosa Torre del Reloj (Saat Kulesi) y también la mezquita Yali Camii (también Konak Camii), que resultaron ser mucho más pequeñas de lo que yo esperaba.
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Yali Camii.

Saat Kulesi.

Desde la plaza empiezan las callejuelas que forman el Bazar Kemeralti, y en él se encuentra el antiguo Caravanserai Kizlaragasi Han.



Aprovecho el paseo para comer en un chiringito callejero y, ya con la tripa llena, sigo dirigiéndome más hacia el Norte por toda la Costa Egea de Turquía.

A media tarde llego hasta Troya (Truva) lugar mítico para mí por la guerra que se desencadenó en ella después del rapto de la bella Helena de Esparta (mujer de Menelao) por parte de Paris de Troya. Y la afición me viene no ya por la espectacular y reciente película de Brad Pitt, sino por los libros de bolsillo ilustrados de la Odisea y la Ilíada de Homero que mi madre (aficionada al mundo antiguo), me dio a leer cuando nano. Se ve que eso de largarse de casa y recorrer el mundo en busca de aventuras y peligros como Ulises (Odiseo) primero acudiendo a la guerra de Troya y luego intentando regresar a Ítaca, ya me viene a mi de lejos …

Las ruinas de Troya, en su estado actual, no valen nada. Ni altas murallas ni ricos palacios, ni siquiera la playa (donde Héctor y Aquiles repartían los primeros mandobles) que está más lejos de lo que inventan las películas (de verse el mar se ve, pero habrá unos cinco kilómetros). Se han descubierto hasta 10 ciudades superpuestas, pero sólo se aprecian algunos muros, un pequeño teatro y poco más.
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Inevitable no obstante la foto delante de la reproducción del gran e ingenioso caballo de Troya que sirvió para su caída.

¿Mini-Murallas?


Mini-teatro.



Todavía de día llegué hasta Canakkale (ellos lo pronuncian “chanákale”), y tras una pequeña espera subí la moto al ferry (ferriboat) con el que atravesar el famoso estrecho de los Dardanelos que separa Europa de Asia, y que fue cruzado en su día por el ejército Persa de Jerjes (Xerxes), o por el Macedonio de Alejandro Magno en sentidos inversos.
La sensación de dejar Asia y volver ya al continente europeo era una mezcla de tristeza, de satisfacción y de ilusión por volver a casa

El sol se pone en Turquía.


Anocheció circulando todavía por Turquía y llegué hasta el desvío de “Yunanistán” (Grecia). Como después de cenar ya no me quedaba moneda turca y me apetecía circular con la moto por tierras helenas, pasé la frontera turca de salida y la griega de entrada para sentirme de nuevo en la Comunidad Europea aunque fuera por unas horas, y también poder pagar el alojamiento en Euros (de una puñetera vez en un mes) sin tener que andar calculando.

Pero los planes no salieron según lo previsto porque yo no había hecho todavía la adaptación psicológica de volver a Europa. La carretera que se dirige hacia Bulgaria atraviesa un par de pueblecitos y una ciudad mediana (Orestiada). En los pueblos pequeños no había hoteles y en Orestiada (que a mi me pareció una ciudad ostentosa, llena de vehículos de gama alta (coches y motos) y gente elegante cenando en restaurantes y terrazas), los que había eran carísimos con lo que yo estaba entonces acostumbrado.

Total que voy tirando y después de un rato más me planto de madrugada en la frontera griega y la paso sin problemas.

A unos 100 metros de la ventanilla de la aduana se encuentran las oficinas cerradas de un banco que al lateral tienen un patio con césped, un seto que lo aísla de las miradas furtivas y un enorme cartel luminoso que te impide casi ver lo que hay detrás. Blanco y en botella = leche, o sea que me metí con la moto en el patio del banco, detrás del seto, planté el saco de dormir y la funda de vivac y me puse a dormir bajo un cielo extraordinariamente estrellado contando estrellas fugaces al lado de mi fiel compañera.

Éste fue el vivac salvaje en la frontera griega.

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